No es
de extrañar que muchos al menos una vez en nuestra vida hayamos
tenido alguna experiencia cercana a la muerte, o como yo lo llamo, un
encuentro furtivo, deseado o no, fruto del destino o mera
coincidencia de variables que te permitieron llegar hasta ese punto
en blanco en el que sientes que hasta ahí llega tu alma, que no
puedes dar siquiera un paso más o respirar una vez más, o lo que es
aún peor, ese momento en el que te despiertas en la camilla de un
hospital preguntándote donde estas y que es lo que había pasado.
No
quiero llevarlo hasta el extremo del despertar en un hospital, ese
lugar tan agradable de paredes frías y fragancias agradables, como
esterilizantes y alcohol. A lo que yo me refiero, o de lo que quiero
hablar, es sobre esos momentos que estas tan enfermo en tu casa, tan
solo e indefenso ante una simple gripe, que se te pasa por la cabeza
la idea de morir, sea en broma o en serio. ''¡Ahh, joder, mejor
muerto que estar sufriendo así!''
Si
cogemos ese caso como ejemplo, empecemos por la historia completa.
Estas con tus amigos una noche de fiesta, diversión, mucho alcohol
en el cuerpo y tonterías en la cabeza. Digamos una de esas buenas
noches en las que en ningún momento se te pasa por la cabeza el
volver a casa y cuando al día siguiente te despiertas en tu casa con
una resaca milenaria ni siquiera sabes como llegaste ahí. Justamente
ese día, el día siguiente de la noche llena de locura es el punto
clave de nuestra historia. Estas cansado, tu cuerpo intenta
recuperarse después de la horrenda ingesta de alcohol a la par que
intenta estabilizar los signos vitales y para dejarlo claro,
despertar como un sistema nuevo. Pero surge un problema, esa noche de
fiesta hacía frío, tanto frío que ni te diste cuenta con todo lo
que llevabas encima que tus defensas estaban demasiado borracho como
para protegerte y fallaron.
Ahora,
a parte de la resaca, a parte de la sensación asquerosa que sientes
en la boca por todo lo que bebiste, sientes la horrible sensación de
sequedad, porque empiezas a resfriarte, un virus normal y corriente
empieza a copiarse en tu cuerpo, atacando tus defensas para hacerte
un daño mayor, mientras tus aún borrachos anticuerpos intentan
luchar contra el virus sin conseguir una victoria suficientemente
significativa. Y antes de que caiga la noche, estas en tu cama sin
fuerzas, con fiebre, con una sensación horrible en la boca, con una
sed inhumana y un tal agotamiento que ni puedes tomar los
medicamentos tu solo, sino que tiene que venir alguien de tu familia
a ayudarte con ello.
Primera
pastilla, un inofensivo paracetamol para bajar la fiebre, seguido de
mucha agua. Al cabo de cuatro horas, sientes la garganta hinchada, te
cuesta tragar, beber o engullir cualquier alimento o bebida, ahí es
cuando entra el señor ibuprofeno, para quitar el dolor porque al fin
y al cabo es un analgésico. Al día siguiente, la cosa no mejora, el
paracetamol aunque te quite la fiebre antes de que puedas tomarte
otro, esa vuelve y es aún más alta que la anterior, el ibuprofeno
poca cosa hace y tus amígdalas se van hinchando más y más.
A
esto, le sigue una visita rápida al medico de cabecera, tienes una
amigdalitis de cojones, junto con una faringitis aun peor a causa de
la primera ya mencionada, deciden darte antibióticos(amoxicilina) y
te desean una feliz recuperación mientras te despiden y llaman al
siguiente paciente, seguramente enfermo de lo mismo(no os creeríais
la cantidad casos de resfriado común que un medico de cabecera o uno
de urgencias puede atender durante las épocas frías, es bestial).
Total, la cosa ahora se ha vuelto chunga, tienes que tomarte tres
pastillas, el paracetamol, el ''nuevo ibuprofeno''(que ya no te sirve
el normal, así que te recetan otro analgésico más fuerte) y el
antibiótico, todos acompañados de comida ligera, abundante agua y
reposo durante 10 días, dependiendo de tu estado súmale 4 días de
más o menos, porque cada persona se cura de manera diferente. Al
cabo de dos días de tratamiento notas una mejora impresionante, pero
aún así sigues con mucosidad abundante y la tos se vuelve dolorosa
y también con mocos y pus(lo llamo el pack sorpresa) y decides hacer
otra visita al medico. Este como no, para que mejores de manera
inmediata te receta un par de cosas más. El señor antihistamínico
y la señora jarabe para la tos. Al cabo de un par de días más
empiezas a notar que la cosa va mejorando, la fiebre va bajando, el
hinchazón de garganta también, pero empieza a pasarte otra cosa, y
es que tu apetito ha bajado. La comida por muy buena pinta que tenga,
no te llama, y tu hambre... digamos que no es la de un lobo feroz,
más bien es la de un pajarito asustado, además que el hecho de
comer... no te acaba de convencer, no te acaba de sentar bien, no
sientes dolores estomacales fuertes, pero si molestias, inquietud, ir
al baño no es una gozada como lo era antes. Tus padres empiezan a
preocuparte y te dicen que tomes un protector estomacal, después de
tantas pastillas es normal que el estomago este resentido, así que,
que mejor solución que otra pastilla que es igual de milagrosa que
el ibuprofeno, solo que con tomarte esa, bebas lo que bebas, comas lo
que comas, siempre estarás protegido, es como el actimel de los
adultos. En fin, el punto está en que ahora se ha sumado un
medicamento más a tu rutina, vamos a enumerarlos. A las 8 de la
mañana(digamos que te despiertas a esa hora, que sabemos que nadie
lo hace salvo los abuelos, pero es un caso hipotético no me miréis
mal) tienes que tomarte un, omeprazol, junto con el antibiótico y el
paracetamol, a las 12 tienes que tomarte el analgésico, llamémoslo
ibuprofeno 2. 1, a las 16 otra ronda de antibióticos y paracetamol,
a las 20 otro ibuprofeno 2.1. a las 12 concluyes tu día con otro
antibiótico y paracetamol. Así que, en 16 horas acabas bebiendo, 9
pastillas( si es que aún se contar) y un jarabe para la tos que te
lo tomas 3 veces al día también.
Y
solo al cabo de una semana más o menos, acabas recuperándote de
unas simples, pero puñeteras anginas/ resfriado común.
La
conclusión a todo esto, y el porqué llamé este artículo
''Encuentros con la señora Muerte'' no es para hacer un recuento de
los medicamentos que ingerimos diariamente o por temporadas, porque
una persona a lo largo de un año es posible que pille 3 resfriados
de media, si se cuida 1, si no se cuida unos 4 - 5, depende de
la persona y sus defensas básicamente. Sino que la conclusión de
este artículo de opinión, es más bien por expresar mi gran pesar,
desacuerdo y desagradable experiencia, porque cada ves que tengo un
resfriado común, sea por el mismo resfriado o sea por los
medicamentos, acabo teniendo momentos en los que deseo estar muerta
antes que seguir sufriendo. No estoy en contra de la medicación, es
un gran avance y estoy segura de que seguirán saliendo medicamentos
beneficiosos para nuestra salud, tampoco estoy quejándome de su
abuso. Simplemente, quiero deciros queridos amigos, que quizás a la
larga, me siento peor por todo lo que tomo para sentirme mejor. Y
eso, es una sensación mucho más desagradable que el propio
resfriado común en si. Porque cuando más deseo encontrarme con la
Señora Muerte, no es cuando tengo fiebre y simplemente quiero dormir
y descansar, sino cuando después de tomar todos esos medicamentos,
después de que se me haya pasado el resfriado y salgo con mis amigos
a comer algo bueno para celebrarlo, empiezo a tener cólicos y
dolores infernales estomacales, convirtiendo momentos agradables y
felices con mis amigos, en momentos desagradables y odiosos, porque
nadie puede hacer nada por mi y me niego a tomar más medicinas para
sentirme mejor. Momentos en los que sientes tanto dolor estomacal e
intestinal, que te vuelves quisquillosa, estas de los nervios, estas
enrabiada, estas literal y simplemente adolorida hasta el punto de
odiar todo y a todos los que te rodean. Y en esos momentos, es cuando
preferiría estar muerta a seguir sufriendo sin poder hacer más por
mi misma, porque la razón de mi malestar, no es nada más ni nada
menos aquello por lo que aposte para que fuera mi cura durante un
simple resfriado.
Con
mucho amor y simpatía,
Un
ser humano que odia tomar medicamentos y desear encontrarse con la
Señora M.