domingo, 6 de noviembre de 2011

Mata-bestias: El comienzo


A día de de hoy, recuerdo como una tormenta como esta azotaba nuestro barco, se podían ver los truenos caer con tal claridad que asustarían al mas temerario, las nubes negras lloraban a lo alto con la fuerza de mil demonios, el viento soplaba con una fuerza insoportable que casi no podíamos mantenernos en pie, las olas subían a bordo y lo inundaban todo.
Ya estábamos calados hasta los huesos mientras que nuestro capitán gritaba las ordenes de un lado a otro, cuando de repente, aviste dos destellos de un color rojo carmesí y justo cuando estaba a unos metros del barco pude ver dos ojos en los que se veía reflejado el mismo infierno, era una bestia marina, escamosa desde el hocico asta el final de su cola que asomaba violentamente por encima del agua, también pude ver unos dientes grandes y afilados, y una aletas en el dorso de la bestia, tenia un aspecto casi dragonesco... En ese momento se lanzo hacia mi con una furia incontrolable, me agarró por el torso con la mandíbula.
Podía notar su asqueroso aliento a pescado podrido.
Imbuido en el miedo empecé a intentas deshacerme de esa prisión asfixiante de dientes, pero no pude, en ese momento calme la mente y me di cuenta de que estaba solo en esto, ninguna mano divina vendría en mi ayuda y me rescataría de esas fauces infernales. Entonces con gran esfuerzo conseguí desenfundar una espada corta que llevaba en el cinto y la inserte en su ojo derecho que me salpico la cara con su espesa sangre de un color rojo muy oscuro, la inserte una vez mas y la bestia empezó a aflojar la mandíbula, entonces la removí con furia, en ese instante la bestia callo al agua liberándome totalmente y haciéndome caer en la cubierta del barco. Exhausto y temblando me levante como pude y me dirigí a ver el estado de la bestia, pude ver como se hundía hacia el fondo con su ojo todavía brillando en la oscuridad del mar, mirándome fijamente, podía notar como se clavaba en mi hasta el momento en que desapareció, segundos después empecé a marearme, a sentirme mal, al momento todo empezó a nublarse, ya no me sentía en mi cuerpo, hasta el momento que todo se oscureció...
Días después desperté en cama, mareado, solo podía recordar ciertos momentos de lo sucedido, levante la vista y allí estaba el capitán con un vaso de su mejor ron en la mano y bebiendo a tragos largos, en ese momento me miro dubitativo y me dijo:
-Buenas marinero. Gran hazaña la tuya. Mira lo que te sacamos de un costado... Me sorprende que no estés muerto-
Y mire a su mano y pude ver un gran colmillo casi tan grande como una daga. Estaba tan atónito y cansado que lo único que podía hacer era quitarle el vaso de la mano y darle un buen trago a ese ron...

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