lunes, 14 de febrero de 2011

Madrugada de Noviembre

Por fin salimos de aquel apestoso antro, agarrados de la mano, fuimos corriendo bajo la lluvia hasta mi coche que estaba aparcado un par de calles mas abajo, nos metimos en el y estuvimos dando vueltas por la cuidad toda la noche hasta que nos pareció buena idea dirigirnos hacia mi casa, una vez allí me pidió algo para tomar en ese momento solo tenia café, así que le puse uno, ella uno solo y yo con leche. De repente se abalanzo y se coloco justo encima mía, ella estaba borracha y no me quería aprovechar, pero yo estaba muy caliente y bebido, demasiado para mi gusto, ella estaba moviéndose de arriba y abajo, restregándose conmigo, en ese momento caí sin remedio y decidimos dejar los cafés para otro momento más calmado.

La cogí en mis brazos y la lleve en volandas a mi habitación mientras la besaba y mordisqueaba, una vez en la habitación la tumbe sobre la cama, mientras le quitaba la ropa lentamente, en ese momento pude mordisquear sus duros pezones, después desabroche su pantalón que conseguí sacar de un tirón y por ultimo sus braguitas, que estaban muy húmedas, en ese momento la abrí de piernas y empecé a comer su delicioso coñito, la lamí, la masturbe y la volví a lamer, mientras que le daba placer pude palpar todo su cuerpo, labios carnosos, senos duros casi perfectos, un vientre suave y liso, un trasero perfecto y unas piernas increíbles, unos momentos después me la saque y la metí en su boca, ella se esmero bastante, era una sensación impresionante casi celestial, lamia, chupaba, sorbía y la tragaba una y otra vez.

Ya no podía mas y sin mas dilaciones la saque de su boca, la agarre de las caderas, la puse a cuatro patas, seguidamente le pregunte, ¿Te gusta por detrás? mientras tenia una pequeña sonrisa, en el acto ella me dijo que no efusivamente, igualmente no le hice caso, le bloquee las piernas con las mías y me dispuse a meterla dentro de su dulce culito, instantes después lo hice, ella gritaba, ¡Eres un bastardo! ¡Te odio!, pero aun así mientras la sodomizaba podía notar que le gustaba, gemía y mordía la almohada. Yo la seguía metiendo y sacando, una y otra vez, hasta que no pude resistirlo mas y me corrí dentro de ella irremediablemente, después me tumbe a su lado y la rodee con mis brazos, ella aun seguía temblando mientras decía que me odiaba entrecortadamente…


Nieva

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