domingo, 22 de diciembre de 2013

Difícil decisión.

"Solo le separaban nueve escalones hasta llegar a la cima del templo, la lluvia le recordaba cuan difícil había sido llegar a su destino. Partió únicamente con un abrigo de lobo blanco, un calzado hecho de piel, una bota con agua y víveres para dos días. Alcanzó la ansiada cima entre resoplos de cansancio, y la vio...
Allí estaba ella, la viva imagen de la juventud, la sacerdotisa que fue entregada décadas atrás por su familia a los dioses y abandonada en aquel  templo para aconsejar y orientar a los habitantes de ese pueblo con los conocimientos sagrados."

-Te estaba esperando, guerrero...

-No pude llegar antes, mi señora. La tempestad me acompañó desde que salí de la aldea, dejando atrás a mi familia.

-Cuéntame, ¿qué te atormenta?

-Las noches son crueles, los dioses me castigan sin yo haberles ofendido. Las pesadillas me visitan con el crepúsculo de la noche, haciéndome despertar angustiado, sudando y alterado.

-Dime qué mensaje te envían los dioses a través de los sueños.

-Me hallo en mitad de la batalla, blandiendo mi hacha contra todo aquel que se atreva a enfrentarse a mí, pero de repente me encuentro con dos guerreros enemigos. Uno de ellos solo empuña una pequeña daga, mientras que el otro tiene una lanza, escudo y armadura de pies a cabeza. El de la daga no será más alto que una cría de equino, el otro parece parido de la mismísima montaña, con músculos notables y larga barba, le cuelga una trenza de la cabeza que le llega hasta el final de la espalda, una trenza larga y robusta. Entonces la duda me abruma, ambos guerreros están estáticos, esperando a ser atacados, yo no sé si atacar al pequeño o al grande. El delgado no debería suponer ningún problema para mí, de hecho podría matarlo de un hachazo, ni tan siquiera espero que me devuelva el golpe. El grande, por el contrario, sería un objetivo difícil de eliminar, está muy bien equipado y dispone de fuerza y habilidad para dejarme sin respiración.
En ese momento me despierto, atemorizado, pensando en qué ocurriría si me encuentro en esa situación. Por favor, sabia sacerdotisa, guíame por el sendero de la incertidumbre que me asola.

-No hay duda de que es un presagio. Esa batalla tendrá lugar en el próximo enfrentamiento que tengas saqueando aldeas cristianas. Mi consejo, guerrero, es que no te lo pienses, ve hacia el tenaz oponente. Si bien tu muerte es inminente, perecerás con honor, y las heridas que le puedas ocasionar le acompañarán durante el resto de su vida. Dejarás huella en él. Pero en el caso de que vuelvas victorioso, subirás de nuevo hasta aquí con la cabeza de ese guerrero como ofrenda y agradecimiento.

"Si eliges el camino fácil, no merecerá la pena el esfuerzo para la recompensa obtenida"

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