lunes, 22 de noviembre de 2010

Como conocí a Nieva y a Gonzo

Tomando como patrón la entrada de Gonzo, voy a contar yo también como conocí al par de dos con los que comparto las locuras en este blog. Para respetar el orden cronológico, tengo que empezar con Nieva; procedamos...
Era una fría mañana de invierno, seguramente un sábado o un domingo...quizás fueran vacaciones de Navidad. La cuestión, mientras yo padecía de graves fiebres en la cama, alguien llamo al timbre de mi casa, y dos segundos mas tarde, mi madre venia a avisarme de que unos amigos estaban en la puerta. Me vestí con lo primero que encontré, me puse mis gafillas y salí a la puerta sin peinarme ni siquiera. Efectivamente, cuatro muchachos estaban en la puerta de mi casa, cada uno con su correspondiente bicicleta. Omitamos el motivo por el cual habían venido: el caso es que uno de ellos era nuestro querido Nieva, aun con sus aparatos en los dientes. Después de eso, coincidí todos los demas sabados del resto del año con el, en el lugar que ahora todos llamamos "local". Luego, mantuvimos mucho contacto por messenger; al principio, las conversaciones eran cumulos de sin sentidos y sin razones, a veces divertidas y a veces aburridas, pero luego no podía conectarme sin hablarle... era como tirar de la cadena después de mear, no lo ves necesario, pero no te quedas agusto si no lo haces. Al final cuajó una amistad...curiosa y extraña amistad. Me alegro de haber aguantado sus paridas y que el haya aguantado las mias, ahora no seria lo mismo si no estuviera en mi vida.
A Gonzo, sin embargo, lo conocí después. Mi primo celebraba su decimosexto cumpleaños, y en un afán por conocer mas tías, me invitó a mí y mis amigas a su cumpleaños. Al final, de las amigas solo una se atrevió a embarcarse en la aventura de nuestro primer botellón. No conociamos apenas a nadie, y fue un alivio que él fuera uno de los chicos que se preocupó por nosotras... Hay que decir que por aquel entonces hacían el botellon en las rocas (zona escarpada, que no entra en la definicion de campo asecas, sin luz ni zonas estables donde poner ni el culo ni los pues, con una caida al vacío de metros) y ella y yo eramos las únicas chicas. Cualquier ayuda aquella noche fue bien recibida, y el se portó como un señor. Me quedó buen recuerdo, y después mantuvimos el contacto; algunas fiestas, algunas ferias... siempre estuvo ahí, en el grupo de mi primo, con el que yo no queria perder el contacto nunca. Hoy día, es uno de esos amigos que no quieres perder, con el que comparto mas que simples aficiones.

Cris

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