jueves, 30 de diciembre de 2010

Fumada gorda


Ante la necesidad de tomar el aire él se asomó al minúsculo balcón de la 3ª planta de aquel mágico bloque.
Chocó con el frío, un frío penetrante e intenso que le calaba en lo más profundo de los huesos y que recorría su cuerpo desde sus dos rebeldes remolinos hasta la punta de los diez dedos de los pies.
El sol ya había caido en su letargo, era una noche tranquila, sin tráfico, calmada. Allí, comtempló las calles abandonadas y escuchó el silencio de la nada hasta que...ella apareció.
Y todo cambió,el silencio de la calle pasó a ser el sonido de su voz, no existía el frío su mera presencia ya era una fuente de calor, daba igual todo lo demás, allí sólo estaban los dos.

Él, perplejo ante su acompañante , se detuvo y la observó.
La silueta de ella se mezclaba con una fuente de humo gris perpetua. Su mano izquierda estaba posada en la barandilla y la derecha se posaba en forma de uve sobre el aire.
La chica le observaba con una mirada cómplice y cercana que hizo aún más íntima aquella atípica escena.
Él no sabía que decir, ni que hacer. Estaba completamente bloqueado, sus manos se encontraban en lo más hondo de sus bolsillos y sus ojos intentaban evadirse con las vistas que le proporcionaban las alturas.
Sin embargo, ese contexto no duraría por mucho más. La fémina sentía curiosidad por esos alocados textos que él afirmaba escribir de vez en cuando. Y se lo hizo saber.
El joven bajó de su mundo imaginario y bajó hasta la realidad donde se encontraba. En un simple segundo, se le iluminaron los ojos, sonrió y comenzó a recitar de forma calmada y con una voz embriagadora los versos que hablaban de la chica.
De repente, sólo se oía en la avenida los versos que un día salieron de un cuarto de cuatro metros cuadrados, no existía nada más, sólo Él y Ella.
Finalmente, el discurso acabó, 4 ojos se convirtieron en una explosión de luz que sólo se vió sofocada por la proximidad de los mismos.
Ambos mitigaron sus sentimientos en la comisura de los labios del otro y recordaron que no siempre el mejor beso es el más largo, sino que también puede ser el más corto.



*Y siempre se repite la misma historia, tu y yo los dos a solas....*







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